Del clamor suscitado por el limitado número de entradas para el congreso del World Meeting of the Families, previsto para los próximos 26 y 27 de septiembre, se deduce que los estadounidenses están entusiasmados con la inminente visita del papa. Bastaron dos minutos para agotar las 10.000 entradas del congreso y para dejar descorazonados y con las manos vacías a los que llegaron segundos después de ese “tiempo récord”.
Una gran expectación
Innumerables medios de comunicación en Estados Unidos, tanto comerciales como católicos, están preparando al público para el evento, tratando de explicar en qué consiste la Jornada Internacional de la Familia que se tendrá en Filadelfia y produciendo noticias en torno al acontecimiento. Por ejemplo, mientras el Business Journal se pregunta “Qué es la Jornada Mundial de la Familia”, otros como ABC News se ocupan de controversias logísticas que culminan con dos desfiles que permitirán acercar el papa a la multitud. NBC10.com y otros especulan sobre las previsiones numéricas de los participantes. Actualmente, la cifra récord de 17.000 inscritos al congreso anexo a la Jornada de Filadelfia supera ampliamente los 7.000 asistentes al de Milán hace tres años [La precedente Jornada Mundial de la Familia se celebró en Milán en 2012]. Además, se espera al menos un millón y medio de personas en la misa papal de clausura de la jornada.
El interés por la visita del papa ha crecido de forma exponencial e inesperada tras el inesperado antícipo de su visita, a través de un vídeo para la televisión: el programa de una hora de duración, en el que el papa reflexionaba con algunos americanos sobre diversos retos del país -temas de inmigración y de familia, entre otros- (transmitido por ABC News el 4 de septiembre) suscitó un enorme interés en los medios y multiplicó la cobertura informativa. Tuvo, por ejemplo, un eco positivo en el Washington Post, Huffington Post, TIME, CNN, Crux, American Magazine y muchas otras cabeceras.
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Los preparativos de la visita del papa Francisco para la Jornada Mundial de la Familia, evento trienal iniciado por san Juan Pablo II en 1994, han suscitado verdaderamente mucha expectación, pero no solo: la Jornada, pensada para promover los valores familiares, está agitando las aguas en una país cuyo Tribunal Supremo ha aprobado recientemente el reconocimiento de la uniones homosexuales como matrimonio legal. No es para sorprenderse, entonces, que un evento así encienda la mecha de la controversia y el conflicto.
Agitación entre familia y gender
El punto de ignición de la polémica la generó la conferencia de prensa del Vaticano del pasado 25 de junio que presentaba el programa de la Jornada; para ser más precisos, la respuesta a una de las preguntas: ¿Se aceptarán “familias” LGTB [acrónimo por Lesbian, Gay, Transexual y Bisexual, N. del T.] en el Encuentro? El arzobispo de Filadelfia, Charles Chaput, diócesis que organiza el evento, respondió sin términos medios: las “familias” gays son bienvenidas, las lobbies no. Dicho en otro modo: las personas homosexuales son bien recibidas, los grupos que se erigen en sus representantes como plataformas para hacer propaganda de la agenda de la ideología del género no lo son.
La respuesta del arzobispo Chaput fue presentada torcidamente, lo que provocó artículos en los medios -generales y especializados de orientación católica- y también en grupos activistas católicos que promueven la causa LGTB. Lo curioso es que, además de la gran división que emerge del modo de reaccionar a la respuesta de Chaput, la brecha abierta ha desatado un debate sobre la presunta ambigua posición del papa Francisco acerca de “la cuestión gay”, presunta posición que divide a los católicos estadounidenses y que apunta a otro hecho más de fondo: el papel de los medios de comunicación en la vida de los fieles.
Mons. Charles Chaput durante el anuncio oficial del World Meeting of Families en el Vaticano
La mayor parte de los medios encuadró la respuesta del arzobispo Chaput en modo negativo y excluyente. Por ejemplo, el Washington Post tituló: “A los grupos pro-igualdad les cierran las puertas en el Encuentro con Papa Francisco en Filadelfia”; para Huffington Post (Reuters): “Los gays católicos serán silenciados durante la visita de Papa Francisco”; para el Religion News Service, “Los grupos LGTB critican la decisión de apartarlos de la Iglesia en ocasión de la Jornada Mundial”.
Los activistas gay han calificado los comentarios de Chaput de humillantes y discrimatorios. Los dirigentes de estos grupos aseguran que la Iglesia ha perdido una oportunidad para explorar nuevas vías y ha optado por poner el problema en cuarentena. New Ways Ministry (Nuevos Modos de Ejercer el Ministerio), un grupo católico abogado de la causa LGTB ha afirmado en su blog que la posición de Chaput no es la oficial de la Iglesia, sino una opinión entre otras. Para justificarlo, aduce comentarios “más pastorales y abiertos al diálogo” del presidente del Pontificio Consejo de la Familia, Vincenzo Paglia, que, según ellos, pueden reconciliar el catolicismo con estilos de vida alternativos. Grupos destacados de los LGTB aseguran que, debido a la actitud intransigente de Chaput, se están planteando organizar algunas sesiones públicas que coincidan con la Jornada de la Familia e incluso insinúan que harían manifestaciones de protesta, ciertamente no contra el papa sino contra Chaput, como afirma un veterano del movimiento activista gay, Mark Segal en PhillyMag.com.
Opinión de los católicos de Estados Unidos
Los católicos estadounidenses, según los medios, estarían divididos y confusos sobre la cuestión gay e incluso inseguros sobre la posición real de papa Francisco. Según una noticia de Associated Press (reproducida en el New York Times), los resultados de una encuesta de opinión efectuada por el Public Religion Research Group [puede descargarla aquí] muestra que 4 de cada 10 católicos creen que papa Francisco apoyaría el matrimonio homosexual. Si bien es cierto que Francisco está poniendo el acento de su pontificado sobre la misericordia, también lo es que no ha modificado en absoluto las enseñanzas de la Iglesia sobre el “matrimonio” homosexual. De hecho, en numerosas ocasiones ha recordado que es contrario a la moral cristiana. Las enseñanzas del papa sobre la concepción cristiana del matrimonio, sin embargo, han quedado ocultadas por la amplificación dada a su frase “¿Quién soy yo para juzgar?”, habitualmente presentada sin el contexto y las explicaciones que la justifican. Mucha de la confusión que rodea las posiciones del papa proviene, al menos en parte, de la cobertura periodística dominante y de que ésta es, para muchos católicos en ese país, su principal fuente de información e incluso de “catequesis”.
Cuando apenas faltan dos semanas para la Jornada Mundial de las Familias, el entusiasmo por la visita del papa crece de día en día y las críticas se aplacan. Todos, en cualquier caso, esperan con expectación y quieren saber qué traerá consigo la presencia del papa en los Estados Unidos. Mientras Filadelfia se prepara para recibir a las muchedumbres, los grupos activistas LGTB se preparan para hacer lío y los medios de comunicación apuestan por encrucijadas difíciles.