No está a la altura de ‘One Piece’, no es la mejor adaptación de anime a imagen real -¿o deberíamos decir manga?-, pero ‘Yu Yu Hakusho’ se defiende con nota manejando un puñado de personajes carismáticos, además de ofrecer algunas de las peleas más originales y divertidas del momento. Netflix está acertando, no todo van a ser tirones de oreja, en su apuesta por el material audiovisual oriental. Con Corea del Sur y Japón a la cabeza, rara vez aburren sus propuestas, incluyendo algunos títulos que se rinden sin límites a la fantasía. Series como la que nos ocupa, que cuenta con el aliciente de durar apenas cinco episodios, cerrándose la historia, presentando bien a los personajes y sus conflictos, hasta el punto de encariñarnos con ellos –incluso con los villanos-, sin la necesidad de un metraje extremo estirado como el chicle, confirman la necesidad de un gran cambio en el género de acción y ciencia-ficción en Occidente.
Si comparamos las escenas de lucha de este entretenido live action con los momentos de ajetreo de ‘Rebel Moon’, por poner un ejemplo parejo en el tiempo, la megaproducción firmada por Zack Snyder se queda a la altura del barro. Los asiáticos saben convertir los mamporros de los tebeos en algo físico imponente, con un ritmo impoluto. Juegan con una ventaja que se agiganta mientras Marvel se preocupa por sus problemas de casting debido al comportamiento inapropiado de algunas de sus estrellas.
La fiebre por la cultura otaku no cesa. Hace unas semanas se celebró Manga Barcelona, un evento en torno al manga, el anime, la música y la gastronomía oriental que reunió a cerca de 200.000 personas en un fin de semana largo. Las nuevas generaciones se identifican con unos personajes excéntricos e inclusivos, grotescos y surrealistas, con un carisma innegable que aboga por la diferencia. Se disfrazan como sus roles favoritos y rinden pleitesía a una tendencia que pude presumir de difundir una buena virtud en los tiempos que corren: fomentan el espíritu de comunidad. Este ideal de colectividad puede verse en la esencia de ‘Yu Yu Hakusho’ y muchos títulos similares: la amistad que crece entre los protagonistas es la base del relato. La unión hace la fuerza cuando hay un enemigo en común. Ante la adversidad, hay que arrimar el hombro. Cada cual, con sus peculiaridades, sumando traumas y poderes para afrontar cualquier amenaza, sea existencial o contra el mal. No es extraño que quienes comienzan siendo rivales acaben estrechando lazos, como en los mejores westerns.
Energía espiritual
‘Yu Yu Hakusho’ brilla en los combates y juega bien sus cartas. Hay monstruos y criaturas extrañas, entre el Mundo Humano y el Mundo Demoniaco. Un joven insolente y canalla, que no se casa con nadie, muere en un accidente salvando a un niño pequeño al que casi atropella una enorme furgoneta desbocada. Aunque a priori no lo ve claro, vuelve del Más Allá para ayudar a los suyos y despejar la Tierra de seres diabólicos que se cuelan por algunas grietas entre dimensiones. Para cumplir con su ardua misión deberá entrenar y dejar fluir la Energía Espiritual que aloja en su interior. En el camino, se topa con yokais –espíritus, demonios- buenos, malos y no tan malos, porque hasta el espectro más retorcido tiene una razón de ser. Cualquiera puede cambiar gracias al sentimiento de lealtad y surgen inesperadas alianzas.
La primera temporada de ‘Yu Yu Hakusho’, original de Yoshihiro Togashi (‘Hunter x Hunter’), consigue acercarse al tono del manganime –vamos a reivindicar esta palabra- y respeta los cimientos básicos de la historia, aunque condensa mucha información: la serie original contó con 112 episodios, emitidos en los años 90, y aquí se han tenido en cuenta aproximadamente la mitad. El live action piensa en un público más amplio, aunque se pierde ligeramente en su tramo final con algunos pasajes excesivamente metafísicos. Los efectos visuales funcionan y logran trasladar a carne y hueso las habilidades sobrenaturales de los diferentes roles, bien reflejados físicamente.
La serie se ha colado en los primeros puestos de lo más visto de Netflix con comodidad, aunque no se sabe, a día de hoy, si tendrá continuación. La trama, desde luego, queda cerrada, una decisión que veremos cada vez más en el formato serializado para driblar con las cancelaciones y que al espectador le quede la incómoda sensación de estar devorando una historia, capítulo a capítulo, temporada a temporada, que quizás nunca acabe.