Santo Tomás de Aquino, dominico de oración y reflexión

Existen Santos que han profundizado en el aspecto intelectual para ofrecer estudios y reflexión sobre la Palabra que s enos ha manifestado. Hoy, IV Domingo del Tiempo Ordinario, es la festividad de Santo Tomás de Aquino. Es uno de esos Santos que oró y reflexionó para iluminar al pueblo fiel. Nace en torno al año 1225 en el seno de una familia noble, originaria de Nápoles. Dios le llama a santificarse en la Orden de Predicadores.

Una vocación que seguirá, con no pocas dificultades, puesto que en su casa se oponen. Pronto repararon sus hermanos dominicos en sus dotes intelectuales. El gran talento, unido a la humildad que desprendía en los quehaceres cotidianos, hace que le envíen a estudiar a París, completando conocimientos en Colonia. Entre los profesores que tiene se encuentra San Alberto Magno, quien, al observar el silencio y la reflexión interior de Tomás, le pondrá de sobrenombre “el buey mudo”.

A todo esto añade que “cuando hable, sus mugidos (en alusión figurada a sus palabras) se dejarán sentir el todo el orbe, la tierra entera”. Después del periodo de formación, aplicó todo lo que había aprendido, legando una gran producción filosófica y teológica, avalada por la Iglesia como una forma válida de explicar el Misterio Divino y todas las verdades de Fe. Para ello tomó muchas bases del pensamiento de Aristóteles.

Pero esto no le apartó de la vida espiritual, ya que siempre pasaba grandes ratos en oración, diciendo que aprendía más de rodillas ante el Sagrario, que con los libros. El Doctor Angélico, como se le conoce a Santo Tomás de Aquino, muere cerca de Terracina, en el año 1274, en la plenitud de su producción científica. Otro de sus libros que quedaron para la posteridad fue “La Suma contra los gentiles”. Es Patrono de los teólogos, los investigadores y los universitarios.

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