Línea editorial COPE: El dilema de EE.UU. en Oriente Medio

El quinto viaje en pocas semanas a Oriente Medio del secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, refleja las contradicciones de la política norteamericana en la región. El diplomático regresó ayer a Washington sin avances tangibles cara a un alto el fuego en Gaza, y sin un planteamiento claro de cuáles son realmente los objetivos norteamericanos en Oriente Medio. EE.UU. quiere evitar una escalada del conflicto, hasta ahí la cosa es simple, pero al mismo tiempo sigue dirigiendo ataques contra milicias proiraníes en Yemen, Siria o Irak que, más bien, están sirviendo para fortalecer a estos grupos, puesto que carecen de la contundencia necesaria para debilitar su capacidad operativa o siquiera llegar a intimidarles, pero les ofrecen, políticamente, legitimación en su cruzada contra Israel y Estados Unidos.

No hay una solución sencilla. Hace tiempo que los gobiernos locales tomaron buena nota de los deseos, reiteradamente expresados, por EE.UU. de retirarse de Oriente Medio. La potencia regional que mayor provecho ha sacado de este vacío ha sido Irán, lo que explica el acercamiento de su archienemiga, Arabia Saudí, progresivamente emancipada de la tutela de Washington, con consecuencias perceptibles también en el mercado del petróleo. Si EE.UU. no es capaz de proteger a sus amigos, esos amigos tendrán que buscar la forma de defender sus intereses por sí mismos. Al final, es la credibilidad norteamericana como superpotencia lo que está en juego. Oriente Medio no es el único escenario en el que se desarrolla este drama, aunque hoy sí sea el más visible.



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