¡Ni el agua apaga el fuego del Arde Lucus!

La llama del Arde Lucus sigue ardiendo con fuerza. La fiesta que evoca el pasado romano de la ciudad, una celebración que ha sido declarada de Interés Turístico Internacionalcumplía en esta edición veintitrés años de vida. La previsión anunciaba un tiempo inestable y, aunque se mantuvo más o menos agradable el viernes y el sábado, el domingo amaneció nublado y la lluvia puso a prueba el poder de convocatoria de esta celebración. Era el día del desfile de los colegios. No faltó nadie. El casco histórico estaba abarrotado de gente y de paraguas.

El Arde Lucus estrenó el pasado año ese reconocimiento como Fiesta de Interés Turístico Internacional que ya disfrutaba desde hace años de forma oficiosa. Su impacto en las redes sociales y en otros canales de difusión, que son una ventana abierta al mundo, era ya más que evidente. Basta con pasarse un año por los festejos para comprobar su enorme poder de convocatoria y la capacidad de movilización social que exhibe entre los nativos. Casi una veintena de asociaciones de recreación histórica, la implicación de los centros escolares y el apoyo de miles de personas a título individual insuflan vida a un evento que, como pocos, se alimenta de la participación de la propia sociedad lucense.

El Arde Lucus es un éxito de sus creadores. Al César lo que es del César. De aquellos que tuvieron una idea en su momento y se animaron a ponerla en práctica. Suya es la propiedad intelectual. Los inicios nunca son fáciles. El triunfo tiene mil padres, pero el fracaso siempre es huérfano. Esta cita anual es también motivo de reconocimiento para los sucesivos gobiernos municipales que decidieron apostar por ella y, convencidos de que todavía no había tocado techo, se implicaron para hacerla cada vez más grande, llamativa y atractiva para aquellos que nos visitan.



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