Ceuta, cuna y tumba de héroes, su muralla con foso navegable único en el mundo y su Virgen milagrosa

“Ceuta es pequeña y dulce/ está acostada en los brazos del mar/ como si fuera una niña dormida que tuviera/ la espuma de las olas por almohada…”. Así describe Luis López Anglada, escritor y Premio Nacional de Literatura, su tierra natal, “una perla en su concha de nácar” como decidieron llamarla desde navegantes a sultanes, pasando por reyes e historiadores, una tierra marcada por la historia y la leyenda casi desde la noche de los tiempos y habitada desde hace más de 3.000 años.

Bañada por las cálidas aguas del Mediterráneo por un lado y por las gélidas del Atlántico por el otro, su Monte Hacho forma parte de la leyenda más clásica.

Foto cedida por el Gobierno de Ceuta

Cuenta la mitología que Hércules mató a sus hijos, enloquecido tras ingerir una pócima que le había ofrecido la celosa Heres. Para purgar su pena, le encargaron 12 trabajos, a cada cual más imposible. El décimo de esos trabajos, consistía en robar unos singulares toros rojos que poseía Gerión, un gigante con seis brazos y tres cuerpos que habitaba tras dos enormes montes insalvables excepto para la maza del héroe griego, tal como relató Pomponio Mela en época de Claudio y Calígula: “Fue el mismo Hércules quien separó los dos montes unidos, Abila y Calpe como una cordillera continua y así fue como al Océano, contenido antes por la mole de los montes, se le dio entrada a los lugares que ahora inunda: desde aquí el mar se difunde ya más extensamente y avanzando con gran fuerza recorta las tierras que retroceden”.

Una vez derrotado el temible Gerión y culminado con éxito su décimo trabajo, dicen que Hércules construyó una enorme puerta con las columnas que la flanqueaban asentadas en Abyla y Calpe, actuales Monte Hacho y Gibraltar, puerta que marcaría el fin del mundo conocido y la entrada al inquietante, misterioso y temible caos del mar tenebroso que el poeta italiano Rufo Festo describió como “un abismo tras la niebla perpetua” en el que “algas y monstruos engullen a las naves”.

Incluso los delfines que acostumbran a escoltar saltarines y juguetones los ferrys que unen la península con la Ciudad Autónoma de Ceuta tienen su propia historia en los anales de la mitología según la cual el pequeño Dionisio, fue secuestrado por unos piratas cuando jugaba a la orilla del mar. Aquel pequeño, destinado a ser el dios del vino y la fertilidad, enfadado por el secuestro, convirtió la nave pirata en una jungla de la que salieron temibles tigres, panteras y osos y él mismo se transformó en un fiero león. Los piratas atemorizados, saltaron por la borda y el pequeño y poderoso Dionisio los convirtió en delfines.



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