Rusia enfrenta perspectivas de estanflación en medio de una inflación persistente y un menor crecimiento

Los precios del pan han subido tanto en los últimos años que el jubilado ruso Oleg Ivanovich a veces tiene que prescindir de él.

Pero el hombre de 67 años dice que no le importa tener que hacer sacrificios por el bien de la ofensiva militar de Rusia en Ucrania.

“Vamos a soportarlo. Cuando termine la operación militar especial, los precios volverán a la normalidad”, declaró a la Agence France-Presse (AFP) en Moscú, utilizando el término oficial ruso para designar la ofensiva.

El aumento de los precios (la inflación anual fue de poco más del 9% en agosto) es solo uno de los dolores de cabeza económicos que enfrenta Rusia, que ha militarizado cada vez más su economía desde que ordenó el envío de tropas a Ucrania en febrero de 2022.

Moscú ha canalizado miles de millones de dólares a su ejército, a sus soldados, a sus familias y a los fabricantes de armas para sostener su campaña militar, un derroche de gastos que le ayudó a desafiar las esperanzas occidentales de que las sanciones lo empujarían al colapso económico.

Pero después de advertir durante meses que la economía se estaba sobrecalentando, el banco central del país recientemente comenzó a mencionar la posibilidad de otro fenómeno posiblemente más desafiante: la estanflación.

“La escasez de recursos (laborales) puede llevar a una situación en la que el crecimiento económico se desacelere, a pesar de todos los esfuerzos para estimular la demanda, y todo ese estímulo acelere la inflación”, dijo la gobernadora del Banco Central, Elvira Nabiullina, durante el verano.

“En esencia, se trata de un escenario de estanflación, que sólo puede detenerse a costa de una profunda recesión”, advirtió.

‘Desmodernización’

La estanflación –un período de crecimiento bajo o estancado acompañado de alta inflación– representaría un nuevo dolor de cabeza para el Kremlin, que hasta ahora ha sorteado las consecuencias económicas de su ofensiva contra Ucrania mejor de lo que la mayoría creía posible.

Moscú ha aumentado el gasto público en casi un 50% desde que envió tropas a Ucrania, impulsando el crecimiento y los salarios.

El desempleo está en un mínimo histórico y la confianza del consumidor ha alcanzado su nivel más alto en 15 años.

Pero el éxodo de trabajadores calificados y no calificados –que huyeron de la movilización o se unieron al ejército– ha creado millones de puestos vacantes. Las sanciones a la tecnología occidental también han afectado la productividad y dañado las cadenas de suministro.

“A largo plazo, estos factores demográficos y tecnológicos darán como resultado un crecimiento económico muy bajo”, explicó a la AFP Ruben Enikolopov, profesor ruso de la Barcelona School of Economics.

“Hay una alta probabilidad de que se produzca un escenario de estanflación en 2025 y los años siguientes. No es una certeza, pero es una alta probabilidad”, añadió.

Eso podría dejar al banco central –que dijo la semana pasada que veía “signos de desaceleración de la actividad económica” y que la inflación había “alcanzado su pico”– con pocas opciones.

El país ya ha elevado los tipos de interés al 18% y algunos analistas prevén que podrían alcanzar un récord del 20% antes de finales de año.

Ese costo del endeudamiento afecta a muchas empresas privadas y obstaculiza aún más el crecimiento en sectores de la economía que no están vinculados al ejército.

Maxim Bouev, profesor de la Nueva Escuela Económica de Moscú, dijo que Rusia está atrapada en un “círculo vicioso de inflación y keynesianismo militar. El estímulo se destina a la guerra y el resto de la economía obtiene precios en alza”, dijo.

El presidente ruso, Vladimir Putin, ha elogiado el gasto militar –que estima “por encima del 8% del PIB (producto interno bruto)”– como un gran recurso que puede impulsar el crecimiento.

Pero muchos tienen dudas sobre si los efectos positivos serán suficientes para compensar los costos.

“La economía se está degradando, se está desmodernizando”, dijo Vladislav Inozemtsev, cofundador del Centro de Análisis y Estrategias en Europa, un grupo de expertos centrado en Rusia.

“Están pasando a modelos soviéticos, a estándares soviéticos, a enfoques soviéticos. Los avances tecnológicos son inexistentes… y el desarrollo es muy limitado”, añadió.

‘Mucho espacio’

Muchos expertos dicen que el sistema es insostenible a largo plazo, pero no ven ninguna presión económica a corto plazo que pueda obstaculizar la capacidad militar de Rusia.

Sergey Aleksashenko, ex viceministro de Finanzas y ahora disidente que vive en el exilio, dijo que pasará una década antes de que los resultados de las sanciones occidentales a las exportaciones de tecnología a Rusia sean “visibles”.

Mientras tanto, Moscú tiene recursos para una larga lucha.

Tiene alrededor de 300.000 millones de dólares en reservas que no han sido congeladas por Occidente, tiene una baja relación deuda/PIB de alrededor del 15% y ha anunciado importantes aumentos de impuestos para recaudar miles de millones de dólares más en ingresos en los próximos años.

“Aún hay mucho margen para redistribuir los recursos. No van a detener la guerra porque se queden sin materiales en un futuro próximo”, afirmó Enikolopov.

“Tal vez no indefinidamente”, respondió Inozemtsev cuando se le preguntó cuánto tiempo podría luchar Rusia.

“Pero desde hace varios años, definitivamente tienen el dinero y los recursos para mantenerlo con la misma intensidad que ahora”.

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