Una cuestión de seguridad nacional

Todo intento, trampa, operación, estrategia e incluso doctrina transnacional que suponga una intención maliciosa y una amenaza directa a la soberanía nacional de un Estado, a la supervivencia de una nación, es un asunto de “seguridad nacional”. Hasta hace 10 años, tales intentos amenazantes contra el ámbito militar, de defensa y de inteligencia se definían como asuntos de seguridad nacional. Hoy, los suministros y la logística agroalimentaria, los recursos energéticos y su transmisión, la ciberseguridad y varios otros campos también se han convertido en asuntos de seguridad nacional. Por lo tanto, ya no estamos hablando de un área únicamente responsable de las unidades de seguridad, inteligencia y diplomacia de los países.

Todas las unidades públicas de los Estados, los actores de las redes cibernéticas, las organizaciones que representan al sector real y las organizaciones no gubernamentales (ONG) que trabajan por la supervivencia de sus países también deben ser parte indispensable de esta lucha por la “seguridad nacional”.

A finales de los años 1990 y principios de los años 2000, cuando terminaron la Guerra Fría y las tensiones globales bipolares, surgió una impresión engañosa de que las amenazas y los intentos maliciosos producidos, gestionados y dirigidos por las estructuras transnacionales habían llegado a su fin. Sin embargo, pronto se hizo evidente que las operaciones a través de organizaciones terroristas y elementos intermediarios asignados por las estructuras transnacionales no cesarían; las operaciones de infiltración continuaron profundizándose.

El 15 de julio de 2016 marcó un momento crucial para la soberanía nacional y la independencia de Turquía, y puso de relieve la unidad y la resistencia de la nación turca frente a la adversidad. Hoy, al igual que Turquía se encuentra bajo el ataque constante de operaciones de desinformación llevadas a cabo a través de plataformas globales de Internet y canales de redes sociales, el pueblo turco debe estar alerta ante ello. Estas trampas apuntan a los ámbitos de la economía, el comercio, la política y la seguridad y son instaladas por estructuras transnacionales que están preocupadas por el papel efectivo que desempeña Turquía en Europa, Asia y África. Mientras el sistema económico y político mundial se reestructura en estos días, el gobierno y la sociedad turcos deben mantenerse firmes para eliminar tales amenazas.

En particular, todas las organizaciones del sector real turco deberían elaborar más proyectos y tomar más iniciativas para fortalecer las habilidades y capacidades relacionadas con la autonomía estratégica. Mientras todo el sistema internacional debate sobre el potencial de una Tercera Guerra Mundial, la sociedad turca, con todos sus segmentos, debería inspirarse en el trabajo integral que realizan día y noche sus fuerzas de seguridad e inteligencia y sus diplomáticos.

A medida que se profundiza la competencia entre los poderosos mundiales y aumentan las tensiones entre el Atlántico y Asia-Pacífico, las exitosas habilidades diplomáticas de Turquía probablemente serán necesarias más que nunca para resolver las disputas entre el Sur y el Norte Global.

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