Desde hace más de una semana, dos facciones del cártel de Sinaloa se enfrentan violentamente en Culiacán, capital del municipio de Culiacán, uno de los 18 municipios del estado de Sinaloa. Cientos de civiles fuertemente armados patrullan las calles de la ciudad y sus alrededores, donde se enfrentan. Las autoridades contabilizan al menos 39 muertos –entre ellos dos militares–, 37 desapariciones forzadas y 13 enfrentamientos con el ejército. Se han bloqueado carreteras, se han incendiado camiones, se han robado decenas de coches y piratas informáticos han tomado el control de dos páginas web del gobierno local para difundir propaganda bélica.
“La gente está muy asustada, los centros comerciales están vacíos, los servicios de entrega están suspendidos, las escuelas están cerradas y el transporte público apenas ha comenzado a funcionar nuevamente”, dijo Ismael Bohorquez, director de Riodoceun semanario regional con sede en Culiacán. “Ha habido un aumento en los enfrentamientos. Los dos grupos están secuestrando a mucha gente. Hay mucha gente desaparecida, pero siguen poniéndose a prueba mutuamente y podemos esperar batallas más feroces en el futuro. Por ahora, no ha habido un asalto masivo como en 2008”. Bohórquez se refería a la guerra interna que estalló cuando el cártel de Sinaloa se dividió hace 16 años y que resultó en más de 5.000 muertos.
En el origen de esta nueva explosión de violencia está el vacío dejado por Ismael Zambada García, de 76 años, alias “El Mayo”, uno de los fundadores y líderes del cártel de Sinaloa, tras su captura por las autoridades estadounidenses el pasado 25 de julio en circunstancias que aún no están claras. En una carta distribuida a la prensa por sus abogados el 6 de agosto, Zambada afirmó que Joaquín Guzmán López, uno de los hijos del conocido narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán, lo secuestró y lo hizo subir a un avión a la fuerza para entregarlo él mismo a la justicia estadounidense. Otra versión afirma que Zambada negoció su entrega con las autoridades estadounidenses.
Tomado por sorpresa por la detención de “El Mayo”, el gobierno mexicano desplegó un contingente adicional de 200 tropas en Culiacán el 28 de julio con la esperanza de prevenir una guerra entre la rama de la organización dirigida por los hijos de “El Chapo” (apodados “Los Chapitos”) y la ahora encabezada por el hijo de “El Mayo” por los restos del imperio criminal que se ha construido durante más de cuatro décadas.
Admisión de impotencia
Desafortunadamente, el lunes 9 de septiembre, los dos grupos rivales y sus facciones aliadas iniciaron hostilidades que escalaron en intensidad. El gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, suspendió las clases en cuatro localidades, instó a los habitantes de Culiacán a salir sólo cuando fuera necesario y canceló la celebración pública del “Grito de Dolores” el 15 de septiembre, víspera del Día de la Independencia de México. En una admisión de impotencia, el comandante de la tercera región militar reconoció el lunes que la violencia en Sinaloa sólo terminará cuando los grupos dejen de luchar entre sí.
Te queda el 44,82% de este artículo por leer. El resto es solo para suscriptores.
