El cardenal George Pell se reunió este jueves con una docena de personas que sufrieron abusos physical en la diócesis australiana de Ballarat, especialmente en los años 70 y 80. El encuentro duró más de dos horas y fue calificado de “emotivo” por ambas partes. Tuvo lugar en el hotel Quirinale de Roma, el mismo lugar desde el que el cardenal Pell intervino por vidoconferencia ante la Royal Commission, la comisión del gobierno australiano que está investigando la presunta responsabilidad en los casos de abuso infantil denunciados en las diócesis de Ballarat y de Melbourne.
Las doce víctimas, con algunos acompañantes, viajaron a Roma para seguir en vivo la comparencencia del cardenal Pell y estuvieron presentes en todas las sesiones de interrogatorio, desde el pasado domingo hasta la madrugada del 3 de marzo.
A la salida de la reunión, el cardenal Pell, nacido precisamente en Ballarat, dijo que el encuentro había sido “honesto y emotivo”, y se comprometió a seguir trabajando de manera eficaz para que no se produzcan situaciones similares en el futuro: “Todos queremos tratar de mejorar las cosas especialmente en lo que se refiere a los sobrevivientes y a sus familias. Me comprometo a continuar ayudando al grupo de trabajo de manera efectiva, con los comités y organismos que tenemos aquí en la Iglesia de Roma y, sobre todo, con la Comisión pontificia para la protección de los menores”, afirmó.
PALABRAS COMPLETAS DE GEORGE PELL TRAS EL ENCUENTRO
“Me acabo de reunir con alrededor de una docena de las víctimas de Ballarat, asistentes y funcionarios. Escuché cada una de sus historias y de sus sufrimientos. Fue duro; una reunión honesta y, en algunos momentos, emotiva. Me he comprometido a trabajar con estas personas de Ballarat y alrededores. Conozco a muchas de sus familias y también la bondad de tantas personas en la católica Ballarat: una bondad que no se extinguió a pesar del mal que se hizo.
Todos queremos tratar de mejorar las cosas especialmente en lo que se refiere a los sobrevivientes y a sus familias. Me comprometo a continuar ayudando al grupo de trabajo de manera efectiva, con los comités y organismos que tenemos aquí en la Iglesia de Roma y, sobre todo, con la Comisión pontificia para la protección de los menores.
Un suicidio es demasiado. Y ha habido muchos de esos suicidios trágicos. Me comprometo a trabajar con el grupo para tratar de detener esto, de modo que el suicidio no se baraje como una opción entre quienes están sufriendo. Yo también, a pesar de la separación de la distancia, quiero ayudar para hacer de Ballarat un modelo y un lugar mejor de sanación, para la curación y para la paz.
Ahora bien, no debo prometer lo que podría ser imposible. Todos sabemos lo difícil que es hacer las cosas. Pero sí quiero que se sepa que yo apoyo el estudio de la viabilidad de un centro de investigación para mejorar la curación y mejorar la protección.
La gente de la Iglesia en la diócesis de Ballarat es conocida por su lealtad y por su caridad. Y yo les animo a que sigan cooperando con las víctimas para mejorar la situación. Le debo mucho a la gente y a la comunidad de Ballarat, lo reconozco con profunda gratitud. Sería maravilloso que nuestra ciudad se hiciese conocida como un centro eficaz y un ejemplo de ayuda práctica para todos los heridos por el flagelo de los abusos.