La Montaña de Sal, única en el mundo, que crece con la lluvia, en el dominio de los reyes sin corona

Hace muchos millones de años, cuando el fuego que anida en el corazón de la tierra pugnaba por salir a la superficie, los gases y el vapor de agua generado disolvieron los minerales de la roca que se iba fundiendo a su paso, dando lugar a extrañas formaciones, entre ellas extraordinarias montañas de sal en lugares muy alejados del mar y de las salinas que se formaban en la costa.

Fundación Cardona Histórica

Con el tiempo, el ser humano descubrió que aquellos cristales blancos, podían ser utilizados para conservar y mejorar el sabor de los alimentos y para curar heridas y enfermedades, para hacer magia e incluso como “papel higiénico”, porque en las letrinas de la antigua Roma ponían cubos con sal que se utilizaba para ese fin. Con las cosas así, no es de extrañar que los antiguos le llamaran oro blanco, porque su valor era, en ocasiones, superior al del mismo oro, hasta el punto de que se convirtió en una forma de pago para los trabajadores y de ahí nace la palabra “salario”. Era tal su importancia ya en aquellos tiempos remotos, que Plinio el Viejo escribió en su “Historia Natural” que “no se puede vivir gratamente, sin sal, una sustancia que es tan necesaria, que el nombre se aplica incluso a los placeres de la mente”.

A lo largo de los siglos, esos cristales blancos, transformados en elemento indispensable para los seres humanos, fueron también fuente de riqueza para muchos que implantaron impuestos por su explotación y consumo o supieron sacarle partido a ese regalo que la naturaleza nos sigue brindado hasta el día de hoy de manera tan generosa, que dicen los expertos que si juntásemos toda la sal que existe en el planeta, de los mares, las salinas y las montañas interiores y la esparciéramos sobre la tierra, toda la superficie terrestre quedaría sumergida bajo más de doscientos metros de espesor.

La Montaña de Sal, única en el mundo, que crece con la lluvia, en el dominio de los reyes sin corona

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A menos de 100 kilómetros de Barcelona, en la que ahora conocemos como villa de Cardona, allá donde se pierde la memoria de los tiempos, los humanos que habitaban la zona, descubrieron una de esas minas que cambiaría su forma de alimentarse y cuidarse. Es la Montaña de Sal de Cardona, única en el mundo porque todavía ahora sigue creciendo por efecto de la lluvia ya que, a consecuencia de un extraño fenómeno natural, la sal depositada en las profundidades se deposita y eleva de manera vertical haciendo que la montaña esté en continuo crecimiento. Esa montaña, conocida y explotada desde el neolítico, tuvo épocas de tanto esplendor que, a sus propietarios, se les conocía como “los reyes sin corona”, por todo el poder que llegaron a alcanzar gracias a su explotación.



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