Luz Casal pasea por Madrid y esto es lo que se encuentra en un tablón de anuncios

min la foto, lo que se ve es un tablón de anuncios. Un corcho de esos que se colocan a la entrada de los ayuntamientos pequeños, donde a nadie se le ocurre tocar o romper el cartelito de “Se vende Opel Corsa en buen estado. Preguntar por José Vicente, en el bar de la plaza”. En esa foto que ayer circulaba por redes, se ve un cartel, un tablón y se adivina un pueblo.

“Se busca teclista para banda tributo a Luz Casal”. Y dos teléfonos, el de un tal Santi y una tal Lola. Y señalando justo ese cartel, debajo, con su moño, sus gafas de pasta y su sonrisa, estaba Luz Casal.

A Luz no la vamos a descubrir nosotros ahora. Pero merece la pena seguir escuchando lo que dice. Y así, como es ella, tan suave y tan discreta, dijo, en Valladolidque era una diva.

Una diva. Diva ya saben que, normalmente, se usa con sentido peyorativo. Una diva, o un divo, es aquella persona que tiene una fama superlativa, soberbia, y que es una estrella insoportable. O al menos, eso creíamos antes de escuchar a Luz. “No es necesariamente ser arrogante. Es creer en lo que haces y mostrarte sublime”.



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