"Yo no quiero tu ingeniería ni tus idiomas, sólo te quiero a ti". Conoce el testimonio de Sor Lorena

Este domingo, el 26 de mayo, la Iglesia celebra la solemnidad de la Santísima Trinidad. Además de celebrar que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, se unen en un solo Dios verdaderotambién celebramos la Jornada De Oraciones. Lo que queremos es agradecer, a través de la oración, a aquellos que han consagrado su vida justamente a esoa rezar por el mundo.

Y es por eso que en ‘La Linterna de la Iglesia’ queremos conocer la vida y la trayectoria de alguien que se dedica, desde hace 18 años, a rezar, a hacer apostolado y a evangelizar en su propia casa, la hermana Lorenaquien pertenece, desde hace 18 años, al la comunión religiosa in situ de Jesús.

Lorena, el ejemplo de hermana mayor responsable

“Siempre he sido una niña alegre, siempre he sentido que Jesús me llamaba pero que era yo quien siempre le respondía. Para mí conocer a las hermanas de Lerma fue como el episodio del Evangelio en el que un hombre encuentra un tesoro en el campo. Lo vende todo y vuelve a comprar el campo; pues para mí, conocerlas fue encontrar a Jesucristo, mi tesoro… tenía el deseo de volver y saber si era ahí donde me quería.” Además, Lorena añadía que sintió claramente un mensaje de Jesús, una luz en el corazón: “Yo te he creado, para qué quiero tu ingenieria, no necesito que hables idiomas… no quiero nada de ti, te quierVas a.”

Un momento fundamental para el discernimiento en la vida de Lorena se produce cuando le pidieron que buscara esa vocación de nuevo en México, en su país de origen. “Me dí cuenta que llevaba toda la vida queriéndo ofrecerle la vida al Señorcomo quien escribe un libro, pero lo escribía yo. Mi relación se reducía a una dedicatoria: para el Señor de Lore. Cuando conocí a las hermanasla dedicatoria se convirtió en una suplica. Empecé a llamar insistentemente a la puerta y las hermanas le recomendaron que sería más fácil que Dios me llamara en México”.

Pasó un tiempo y Lorena seguía teniendo en su corazón ese deseo. Fue así como volvió y conoció a fondo a las hermanas para saber si Jesúsfinalmente, le regalaba esta vocación. “Sin embargo, al salir de la experiencia me vi en Madrid como una extranjera. Eso significaba que en el convento me había sentido más en mi tierra que nunca. Fue entonces cuando las llamé y les dije que quería entrar a formar parte del Comunión de Jesús”.



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